La foto que os traigo hoy, evidentemente, no es de Nueva York, como enseguida os habréis dado cuenta. Es más, no creo que haya nadie que no haya reconocido rápidamente que se trata de Venecia, la famosa ciudad de los canales. La foto está hecha desde la plaza de San Marcos, la más grande y conocida de la ciudad italiana, en un muelle donde aparcan las góndolas, con una de las islas que rodean Venecia al fondo.
La foto es una de mis imágenes más famosas (no sólo en mi casa sino en toda la urbanización ;-) porque es de hace bastantes años (uno de mis primeros viajes) y desde el principio llamó la atención por su espectacularidad. Ese cielo profundamente naranja tiene truco, por supuesto, pero quizá os sorprenda saber cómo lo hice.
En primer lugar debo decir que la idea era tratar de igualar una foto que vi en uno de los primeros libros de fotografía que cayeron en mis manos cuando empecé en esto de la fotografía. Una imagen que me llamó la atención y que quise igualar de algún modo cuando por fin visité Venecia. Lo segundo que hay que decir, y que quizá ya habéis imaginado, es que la foto pertenece a eso que ahora se suele llamar la "era analógica"; vamos que la foto fue hecha con una cámara, como yo digo, de "carrete de los de toda la vida".
El asunto no es cualquier cosa, porque eso quiere decir que lo que veis no es fruto de ningún retoque a posteriori en ordenador, sino que el cielo anaranjado lo conseguí en el mismo momento de la toma. ¿Cómo? Pues con un filtro degradado color tabaco puesto delante del objetivo. Este tipo de filtros los usé de vez en cuando en aquellos tiempos, siempre tratando de no abusar, y se lograban efectos espectaculares como éste. Cosas que ahora son muy sencillas de lograr en la postproducción pero que antes eran más complicadas.
Visto ahora parece increíble lo que ha cambiado la cosa para los fotógrafos en general. Primero porque ahora podemos hacer muchísimas más fotos sin que nos cueste apenas dinero (recuerdo que yo en viajes como éste me llevaba tres carretes de 36 fotos y gracias, que revelarlos costaba lo suyo), y segundo porque ahora tenemos el control del revelado en nuestras manos. Me costó pasarme a la foto digital (sobre todo porque las cámaras sí que son bastante más caras), pero está claro que hemos ganado mucho con el cambio.
En fin, espero que todo esto que os cuento os haya resultado ameno, quizá hasta didáctico para los más jóvenes que no han conocido la foto analógica. Y, por supuesto, espero vuestros comentarios para saber qué os parece la foto.
Un saludo y gracias
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